Azucena azul, revierteme en tus otros colores, no marchitez nunca que te
quiero ahí, en el fondo de mi vida, pero por favor; ahora, déjame sola que
quiero llorar.
No ha de
retroceder esta penumbra asqueada en mi olfato, que mis pulmones no se llenen
de partículas toxicas, deja que salga, deja que grite, deja que sea inútil al
mundo
Que no sirva de nada, que no sirva de amor
a las siete de la noche
Que no sirva sino para
mirar y dejarle pasar
Dejale romper los nudos
hechos con las punzadas agujas, que se agudizan en la esperanza de la
mediocridad, de los ojos que no voltean más, del color negro que no se fija
más, de lo rosado que no se une a lo morado
Dejale ser, dejale que reviente
Explote
Destruya
Muera
Esparza
en todos lados...
Descomposición
Descomposición
Descomposición
En mis ojos cayeron , los pedazos podridos,
separados
Sin saber donde pertenece cada cual
Ya no es nada, ni
nadie.
Es sombra de admiración,
si camina mientras pasa la guerra , y curvea su rostro, es una sombra de
admiración, aún más, si mira su reflejo y aún le ama
Reflejo...
Reflejo que no
está en la oscuridad ni en la claridad.
Admiré,
azucena azul;
tu valiente forma de tocar las estrellas pintadas en una rosa, y aún
creer que era el cielo, admiré tu fuerza, porque por un pétalo goteas y por
otro ruborizas.
Jhessika Betancourt.
Ilustración de creación propia; llamada: Volando en mi cuarto.