jueves, 25 de enero de 2018

Malestar.


Cada dos pasos, tres, cuatro…
Retroceso
El oxígeno es denso, espeso
Camino en cámara lenta, en vida lenta…
El aire entra por las fosas nasales como un camino en construcción que no se detiene
Se propaga, con destellos y aguijones
Penetran en cada pared encontrada
Hostiga la ruta, incorporándose en los pulmones
Encontrando un malévolo lugar, mórbido,  muelle, fofo, fláccido, flácido, laxo, maleable, esponjoso, sedoso…
Sinónimos y sinónimos…
Ayudando a eliminar las bolsas, con su cáustico
Quemando y destruyendo los tejidos orgánicos
Inyectando en las venas de todo el cuerpo
Derritiendo lo más recóndito, hasta ser vapor
Cada rincón queda vacío, a oscuras
Todo se junta en el centro
En el bombeo que apenas se escucha
Y explota, derramando sangre hasta el exterior
Arropando al mundo entero con el escandaloso color y fétido olor
Pegajosa baba en las vallas y aceras
En la calle, a tres pasos, dos… Retroceso
Nadie... Nadie 
Ni aguas oscuras
Ni gritos infernales en oídos vecinos
La experimentación de la muerte que nadie vio
Ahí sigo
Caminando hasta el lugar de la piedad.

 Jhessika Betancourt.



viernes, 19 de enero de 2018

Soledad azul.


Entre celestiales y una galaxia nula, las aguas que hierven en las mejillas de Venus.
De letras pequeñas que se transforman en relatos
Conjunto de pasado y recuerdos agotados
Que a penas y caminan hacia la corriente
Cruzan sin fuerzas y desplazan sus cabezas contra el piso
Y cuando llegan regulan el frío y vuelven a ser calientes
Y vuelven a tocar el medio; la duda y el sufrimiento
Las piernas doradas se retuercen
Los dedos de los pies dan un masaje a las letras, y quedan en ellos clavadas las tildes
Las manos suben y acarician el aire, le abrazan y absorben
Moldean figuras abstractas e inútiles, moldean colirios y fragancias...
Distracción...
Mirada de gato en la sala, mirada de gato en la almohada
Patas suaves que caminan por su abdomen y se recoge para viajar astralmente
Posando en el polvo cósmico que se creó en el centro de su cama
Lamiendo su cuerpo para limpiar los recuerdos, y vuelve a volar
Y vuelve a posar, y ahí estas; en el abdomen, a centímetros del ombligo
Sin expiración del sentimiento mutuo. Me miras; gato, y me siento como tú...
Mirada de gato en la mía, mirada de humano en la tuya.
Concentración...
La soledad que me respira,  la soledad que me come y digiere, me vomita,
 La soledad que yo escucho
La soledad que yo grito y susurro cuando no quiero que nadie escuche
La soledad...
Azul, azul es mi soledad...
De las pequeñas letras que se unen en las madrugadas,
Veo el azul del cielo al anochecer
Y veo el azul del cielo al amanecer
Y recuerdo, y escribo, sin parar  
Adulo fantasías
Nado en las letras, confundiéndome en el lápiz saltando a otro precipicio
Viendo las matas de la mesa, como una hoja se mueve en cámara lenta por una brisa rebelde
Y como las uñas se ensucian con el carbón borrado
La luz ligera que apenas acompaña mis pupilas, la irrigada conspiración de los mensajes positivos
La pared destruida, el olor de las cinco de la mañana
Y la conformidad de la soledad
Soledad, soledad que me acompaña, soledad que mi cerebro ama
Ésta soledad que lleva la vida a mi lado
Pero a veces se aleja
Soledad que cuando va llegando me voy preparando
Empiezo por la respiración que se penetra con la historia amarga
Y entonces aprecio
Aprecio mi soledad…
                  que es azul.



Jhessika Betancourt.

martes, 16 de enero de 2018

Admiración.


     Azucena azul, revierteme en tus otros colores, no marchitez nunca que te quiero ahí, en el fondo de mi vida, pero por favor; ahora, déjame sola que quiero llorar.
                                    No ha de retroceder esta penumbra asqueada en mi olfato, que mis pulmones no se llenen de partículas toxicas, deja que salga, deja que grite, deja que sea inútil al mundo
Que no sirva de nada, que no sirva de amor a las siete de la noche
                      Que no sirva sino para mirar y dejarle pasar

                     Dejale romper los nudos hechos con las punzadas agujas, que se agudizan en la esperanza de la mediocridad, de los ojos que no voltean más, del color negro que no se fija más, de lo rosado que no se une a lo morado

Dejale ser, dejale que reviente
               Explote
Destruya
     Muera
                Esparza
      en todos lados...
Descomposición
Descomposición
Descomposición
                 En mis ojos cayeron , los pedazos podridos, separados
        Sin saber donde pertenece cada cual
                            Ya no es nada, ni nadie.
                     Es sombra de admiración, si camina mientras pasa la guerra , y curvea su rostro, es una sombra de admiración, aún más, si mira su reflejo y aún le ama
                 Reflejo...
                             Reflejo que no está en la oscuridad ni en la claridad.
                                  Admiré, azucena azul;
       tu valiente forma de tocar las estrellas pintadas en una rosa, y aún creer que era el cielo, admiré tu fuerza, porque por un pétalo goteas y por otro ruborizas.


Jhessika Betancourt.

Ilustración de creación propia; llamada: Volando en mi cuarto.

lunes, 15 de enero de 2018

Te he escrito el mar.



          Aunque la fobia sea un gigante de mis pensamientos.
Te lo he escrito...
         No lo ves
   No lo verás
Subterráneo de mi almohada
                   Paseando en la madrugada
Letras que olvidé

   Frases creadas huyendo por la orilla de la ventana de cristal

El intento de recordar en la mañana

           La linea de una luz del opaco sol; acaricia los dedos de mis pies

Y no quiero pensar en el mar.

El intento de recordar
                                                
         Las nubes llenas de agua me invitan a dejar mi cuerpo desnudo y usar cobijas hechas de café
Y no quiero pensar en el mar.

Palabras que no recordaré ni escribiré

     Pero sé que cada noche te he escrito un mar

  Tú también lo sabes
       Delata una curva de alegría que se sostiene en tus labios.
Abrazas la mano que en mi profundidad te escribe un mar.

Te he escrito un mar.

Jhessika Betancourt.


Derecho-autor de fotografía: Mari Ángel Correa. 

Instagram: https://www.instagram.com/mari.angelcb/







sábado, 13 de enero de 2018

Desde el barco.


Un día vi las estrellas, mientras navegaba en las tranquilas aguas del océano, profundo y claro, navegaba en mi barco; no era muy grande pero si lo suficientemente cómodo para mi gusto, estaba hecho de una madera de un árbol viejo, y otros pedazos de arboles nuevos, era una combinación perfecta, a decir verdad; pues funcionaba perfectamente, sólo era de unos 16 metros de largo y si a caso unos 3 metros de ancho, pero estaba todo, un pequeño compartimiento que era donde me protegía del sol y la lluvia, y dormía de vez en cuando, tenia algunos libros envueltos en bolsas plásticas, algunas frutas y otras cosas que había cazado en alguna isla que había estado el día anterior; cuando llegaba la noche  me asomaba desde la orilla del barco a mirar el océano y lograba ver la partícula más mínima del fondo de el mar, veía como una ballena aparecía de una manera lenta y serena, de repente apareció, de la nada, habían peces que brillaban y casi le hacían competencia al cielo estrellado... A decir verdad era como ver dos cielos diferentes, dos perspectivas, un cielo intocable y el otro a sólo metros de mi mano, en uno podía ahogarme y en el otro según las leyendas llegar si me ahogaba en uno. No sabia cual preferir, los dos brillaban, los dos son inmensos, uno con más movimientos que otro y a veces los dos parecían ser uno... En el cielo mar no se escuchaba más que el sonido del agua que chocaba contra mi barco, con un dedo de vez en cuando lo tocaba, y hacia círculos y círculos, el agua fría me recordaba a que quizás un alma de esa misma descripción rasguñó y curó la mía, quizás. Y cuando decidía acostarme mirando hacia el cielo que tenia estrellas, veía cometas, veía todos los universos, planetas que nadie conoce, habían más de cien lunas... Cien es poco para describir. El sol no dormía, sólo estaba de espaldas, y veía como las estrellas morían y se esparcían a otra vida convirtiéndose en polvo cósmico; estaban felices, porque su vida no era sólo existir; sino vivir entre toda la galaxia por la eternidad, algunas estrellas decidían agruparse porque les gustaba la historia, y cada grupo tenia su nombre, por ejemplo; vi como una estrella fugaz pasó por uno de esos grupos, se detuvo y preguntó como se llamaba su club, a lo que ellas respondieron: ¡somos el club Eridano! Y así, todas tenían su nombre, me sonreía al escuchar el nombre de algunos, eran graciosos, había uno que se nombraron "Lagarto" y no era el único que llevaba nombre de animal, eran infinidades, así como; León menor, Unicornio, Dragón, Lobo, Delfín, Cisne, Pez Dorado, Cuervo, Paloma, Jirafa y muchos más, uno tenia como nombre: "Mesa" pero así como tenían nombres tan raros y algunos comunes y absurdos; habían historias maravillosas entre ellas, que contaban y debatían, otras eran un poco fuertes, pero eran entretenidas; escuché al grupo de Hydra la otra noche, y relataba una de ellas: "Una vieja leyenda cuenta que el cuervo era el pájaro favorito del Dios Apolo. Un día, Apolo lo envió muy lejos a una fuente a buscar agua, en el viaje de regreso, el cuervo se entretuvo y por tardar tanto hizo enojar a Apolo, de tal manera que, no sólo le convirtió sus plumas plateadas en negro, sino que le coloco de la misma forma en el cielo, justamente fuera del alcance de la taza, para que así nunca pueda satisfacer su sed" Ese club dicen que yacen donde justamente está el alma eterna del cuervo, que de vez en cuando escuchan gemidos de lamentos y ellas cantan para que el llanto sea calmado y el dolor que habita en su alma también.



Y es así como pasan mis noches, siempre escucho las aventuras de la naturaleza, yo, a veces les cuento las mías, le comento que de vez en cuando me recuerdan a cosas viejas, parecen ser iguales, pues, cuando hay tormenta en el mar parece que la única forma de protegerse es dejarse llevar, dejar que brote, dejar que te lleve hasta donde quiera, porque cuando llega la calma te das cuenta de que estas fuera de confort pero en un mejor lugar, me recuerda a que la lluvia y la tormenta no se deben de evitar; no se pueden evitar, sólo dejarlas ser, que cada gota te sumerja en su dulce o ácido calor, pues en algún momento fue vapor... También me recuerda que todo tiene transformación, va de un paso a otro, no de un paso al éxito, y entonces detengo mis pensamientos y miro a mi al rededor; el mar sabe como controlarse, el mar sabe que de vez en cuando necesita liberar vapor, el mar necesita nubes, el mar necesita del cielo estrellado, el cielo estrellado del mar... Y es cuando digo que son uno, y salgo de dudas. Me acuesto y entonces olvido porqué estoy en ese barco, porqué miro dos cielos, no recuerdo... Al llegar el día lo sé, es porque he perdido mi isla, no es mía, pero cuando estoy en ella siento que es mi hogar, me reconforta, quiero morir y volver a nacer en ella, la arena es tan pálida que quiero besarle siempre, quiero alimentar la isla con mis cantos y mis historias, quiero ayudar a que la isla sea la mejor de todas, la isla lo es sin mi, pero me agrada la idea de que yo pueda ayudar, quiero volver a la isla, pero la perdí, y desde entonces sólo espero en éste barco, y dejé de navegar a algún lugar, sólo dejo que las tormentas, tormentas tristes, tormentas felices, tormentas fuertes, días calurosos, aguas frías y tibias me lleven a un rumbo distinto, quizás; la isla me encuentre a mi y no yo a ella. Quizás cuando hablaba de que algún alma me había rasguñado y curado; seguro hablaba de la isla, pues cuando me montaba en sus arboles a veces me caía y casi quedaba sin vida, muchos eran inmensos que casi llegaban a las nubes, y sólo se escuchaban mis gritos y llantos cuando estaba en la arena, a veces caía en piedras, pero nunca me arrepentí, siempre aprendí en cada árbol que debía bajar el nivel de altura y ya, entonces cada vez me subía en uno más pequeño que otro, hasta que llegó el día que llegué a unos árboles que ya estaban en el piso, y fue entonces como construí mi barco y me fui. Desde entonces aquí voy, en un barco construido con arboles de la isla, esperando que la isla extrañe sus pedazos y los lleve hacia ella, y entonces cuando llegue el día le contare todas las noches las aventuras que escuché de la naturaleza, seguramente la isla más que sus pedazos, extrañará de alguien que la ame.  

Jhessika Betancourt.




Imagen sin derecho de autor.

Yo que vivo dentro de mí... me desconozco  Me pierdo entre tantas ambigüedades  Para aquí y para allá, no sé dónde estoy Ni a donde voy...  ...